La invitación era sencilla, un folio donde en apenas tres líneas daban cita con fecha, lugar y hora, más la vestimenta obligatoria.

“26 de Noviembre, Polígono Tabarca Nave 122, 06.00AM. La vestimenta ha pantalón de pinza liso negro, camisa lisa de manga larga negra y pasamontañas negro. No utilicen ningún tipo de útil de higiene perfumado, no beban ni fumen durante las horas previas. Rogamos sean puntuales.”

Era una nave anodina, como hay cientos, con varios carteles sobre la fachada que hacía difícilmente identificable a que empresa pertenecía con certeza. Había un timbre en una puerta y un goteo de hombres con pasamontañas que entraban dentro de la nave tras llamar y enseñar su invitación a una pequeña rendija que se abría tras la llamada. Debido a la temprana hora, no había ningún guardia de seguridad en el polígono al que pudiera picarle la curiosidad por dicha reunión.
La puerta daba entrada a una nave diáfana, con 20 sillas de plástico (de apariencia incomoda pero impecablemente limpias) y un atril presidiéndolas. Prácticamente todas las sillas estaban ocupadas cuando alguien con una camisa lisa blanca, pantalón de pinzas blanco y un pasamontañas blanco se colocó detrás del atril.
“Por favor cierren la puerta.

Que ese corto lapso de tiempo se cumpla, depende de ustedes. No se conocen entre sí, ni conocen a ninguno de mis ángeles de la guarda que son esos 4 hombres en cada esquina de la nave que, excepcionalmente, se encuentran armados, pero deben confiar en mí, porque yo si les conozco a todos y cada uno de ustedes aunque ninguno me conozca a mí, pero eso va a cambiar.”

El hombre tras el atril se retira el pasamontañas blanco y se deja ver una cara cubierta por una corta barba canosa y una sonrisa perlada.

”Mi nombre es Gabriel Amatis Font, fui Inspector de Aduanas Europeas destinado en el aeropuerto de Heathrow cuando tuvo lugar el golpe, conozco a la perfección lo que sucedió y donde fueron a parar los 26 millones de oro. Si ustedes también quieren saberlo solo deben asistir a nuestra próxima reunión, si no desean hacerlo, ya se enteraran por los periódicos aunque les ruego la máxima discreción igual que la que tendremos nosotros. Para el próximo emplazamiento necesito que rellenen otro nuevo pliego igual que el anterior que en estos momentos les están repartiendo mis ángeles de la guarda que también lo serán de ustedes si deciden participar en nuestras reuniones. Ahora debo marcharme a trabajar, creo que alguno de ustedes también así que rellenen los más rápido posibles y no falten a su puesto de trabajo, es allí donde le necesitamos. Que tengan un buen día.”